La Ermita de San Bartolomé – Camp de Mirra

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La Ermita de San Bartolomé o Ermita de Sant Bertoméu del Camp de Mirra.

Nuestro paseo veraniego, nos ha llevado en esta ocasión a la cima del cerro de San Bartomolé, en la alicantina localidad del Camp de Mirra, ubicación de su no menos conocida Ermita y acompañada por los restos de lo que otrora fuera un magnífico castillo de vigilancia de aquella lejana edad media y época de reconquista.

El lugar se encuentra perfectamente cuidado y limpio, pese a lo alejado de la población, muestra de la devoción que tienen los vecinos a este lugar.-

La imponente figura de la ermita nos puede llevar a hacer una idea de lo costoso que hubo de ser el traslado de los materiales de construcción hasta la cima.

De nuevo, una alusión al importante pasado del lugar; recordemos la firma del Tractat d’Almizrà.

Sin embargo, curiosamente, no fue este el lugar donde se firmó el tratado entre el Rey Alfonso X El Sabio, rey de Castilla y Don Jaime I de Aragón, ya que el campamento se asentó mucho más abajo, en la planicie.

¿Acaso no quisieron sus majestades ascender a este lugar?.

LA jardinería y adornos florares, pese a no abundar, sí dan una nota de color que contraste con los muros de la antigua construcción y a vegetación propia de la sierra y la montaña.
Un dto histórico y arquitectónico; la ermita de San Bartolomé, tal como se muestra en la placa, pertenece a una época relativamente reciente, año 1917… sin embargo, está anexada a una construcción que cuenta con varios siglos de antigüedad.

En efecto; el antiguo Castillo, que antaño existió en el lugar, otra fortaleza medieval, testigo de la arquitectura cast4rense,, propio del medievo árabe y reconquista por parte de las huestes cristianas. Uno de sus restos más destacados y mejor conservados, el la conocida como La Torre del Conjurador, adosada a la ermita de San Bartolomé, es el único resto que queda en pie del castillo de Almizra.

La torre lateral que parece formar parte de la ermita, se delata a sí misma por el estilo y los materiales de construcción, más toscos y menos ornamentales, cuya función fue la defensiva y vigilancia de la planicie que se muestra a nuestros pies.

Centrémonos en us lateral;: de planta alargada tiene la suficiente longitud para presentar arbotantes que sustentan el peso de las paredes del edificio junto con pequeñas ventanas que recuerdan los aires del estilo románico.

Los Santos Abdón y Senén, vinculados a la agricultura, Els Sant de la Pedra,devoción religiosa de la localidad y presentes en tantas otras, como Biar, donde se les rinde homenaje festivo a finales de Julio.

El mero hecho9 de cruzar este pequeño arco, nos hace notar la diferencia entre la actual ermita y la anterior fortaleza, del cual solo quedan restos hundidos en la tierra que, afortunadamente, están siendo pacientemente rehabilitados.

Pero… esta visita no solamente nos depara conocimiento histórico y, es que, es una magnífico mirador desde el que, cual ave rapaz, nos permite otear desde las alturas todos los territorios que se extienden a nuestros pies…los cuatro puntos cardinales son propiedad de aquellas personas que hasta aquí se acercan, brindando magníficas vistas de toda la zona, llegando a divisar desde la distancia la localidad de Biar, bajo su importante castro almohade, las montañas de Mariola, las llanuras castellanas al oeste, los campos de labranza en la planicie… un festival de colores que contrastan con el magnífico cielo azul con que nos ha regalado un día soleado.

La vegetación está presente allá donde miremos; moreras que brindan su sombre, pinos mediterráneos que llenan de aroma el lugar y nos recuerdan, merced a sus anchos troncos, que ellos ya estuvieron aquí mucho antes que la mayoría de sus visitantes.

Pequeñas terrazas, marcando alturas, cortando desniveles que de otro modo hubieran sido cauces de pequeños riachuelos en épocas de fuertes lluvias y que también se prestan a ser puntos de descanso y solaz para aquellas intrépidas personas que osan coronar la cima del lugar… tras una buena caminata en lugar de hacerlo con motocicleta o coche, puesto que la piusta que nos lleva desde la población hasta la cima se encuentra perfectamente asfaltada.

Bajando por uno de sus laterales, observamos que es un lugar provisto de agua entre sus rocas…solo hay que ver la cantidad de enredadera que se adosa a la pared, entre la que, coquetamente, se nos presenta el cuenco seco de una antigua fuente y, de forma velada y casi soñolienta, una trabajo de manises a la figura de San Bartolomé.

La floresta valenciana nos rodea, siendo el pino mediterráneo dueño y señor de las partes más agrestes del lugar, recordándonos que sus ramas y agujas nos proporcionarán lugares de sombra donde poder descansar.

El paso de los años ha sentado bien al lugar… y es que, vecinos y autoridades han añadido una zona de merienda, de recreo, donde poder reunirse, a cubierto de los elementos, para departir mientras observan el magnífico paisaje que ante ellos se muestra o degusar las sabrosas viandas en forma de habas, guisos y bocadillos que desde sus hogares traen hasta aquí para pasar juntos estos magníficos días veraniegos.

Observemos de nuevo el lateral la antigua construcción, que si bien está enmarcada con el año 1917, tiene anotaciones de que fue iniciada algunos siglos atrás, conformando el lugar un magnífico recorrido histórico arquitectónico para las personas que gustan de ver el paso de los tiempos reflejado en la fría piedra de las construcciones que, de un modo u otro, perduran y resisten el devenir de los años.

Arbotantes en los que la construcción descansa el peso de sus gruesas paredes; tejas de estilo árabe, típicas de las poblaciones que hunden sus raíces en el tiempo… muros de piedra vida, engarzada con argamasa… a la antigua usando en algunos de sus lugares …coquetas cristaleras emplomadas … y todo ello, unido a las recientes construcciones que que el lugar goza de más vida y mejores comodidades para sus visitantes y, cómo no, buen hacer de alfarería valenciana en los manises que ensalzan la figura de sus santos patronos … junto con un reloj de sol… homenaje, cómo no, a las generaciones que ya pasaron y que dispusieron de otros medios, más que su ingenio, para conocer el paso del tiempo.

Por nuestra parte, agradecer al Camp de Mirra el que cuiden con tanto mimo y cariño este lugar al que recomendamos encarecidamente, visitar una mañana soleada para poder disfrutarlo con la tranquilidad que este emplazamiento proporciona.

Camp de Mirra, año 2021